Narración
Se denomina narración al
resultado de la acción de narrar, esto es, de referir lingüística o visualmente
una sucesión de hechos que se producen a lo largo de un tiempo determinado y
que, normalmente, da como resultado la variación o transformación, en el
sentido que sea, de la situación inicial.
Mientras que desde la perspectiva
semiológica la narración se puede realizar con cualquier clase de signos, la
lingüística considera que un "texto narrativo" responde a una
clasificación basada en la estructura interna donde predominan secuencias narrativas.
Estas secuencias se construyen mediante el signo lingüístico, lo que deja fuera
el carácter narrativo que pudiera presentar un cuadro o imagen, como La liberté
guidant le peuple (La libertad guiando al pueblo), cuadro de Eugène Delacroix.
Estructura mínima de la narración
En muchas narraciones
especialmente en las breves, por ejemplo el Cuento es posible identificar lo
que se conoce como argumento o estructura argumental, tipo:
nudo (o conflicto o quiebre)
desenlace (o resolución o final)
Narrar implica que los hechos
referidos estén relacionados, encadenados, y que se vayan sucediendo de forma
más o menos lógica. Más concretamente: lo fundamental es que la sucesión de los
hechos venga determinada por un principio de causalidad, esto es, que todo lo
narrado tenga un 'antes' del que provenga y un 'después' al que se dirija.
Características de la narración literaria
una narración es un
encadenamiento de sucesos, las relaciones sintácticas fundamentales que se dan
son de naturaleza causal y temporal: un hecho lleva a otro y, por lo tanto,
existe fluir temporal. En este sentido, es frecuente en un relato el uso de
conjunciones o locuciones conjuntivas que indiquen 'causa' y 'consecuencia', y
adverbios y locuciones adverbiales de 'tiempo'. También, por su utilidad para
señalar 'hechos que se van sumando unos a los otros', es frecuente el uso de la
coordinación copulativa. En cuanto a la modalidad clausal, es lógico el
predominio de cláusulas aseverativas.
Dado que el fluir temporal es un
aspecto básico y caracterizador de una narración, las formas verbales
desempeñan un papel fundamental. Los tiempos verbales más usados para narrar
son los de aspecto perfectivo, esto es, aquellos que presentan la acción como
acabada. Esto es así porque son los que permiten ir encadenando las distintas
acciones una después de las otras a medida que van concluyendo. El tiempo
verbal más habitual es el 'pretérito perfecto simple o indefinido', además de
los distintos tiempos compuestos que también son perfectivos.
El narrador
El emisor de un texto narrativo
recibe, de acuerdo con la función que realiza, una denominación especial: la de
narrador. No obstante, la razón de la misma estriba en la necesidad de prever
que en algunos textos narrativos el emisor y el narrador no coinciden o, dicho
con otras palabras, no son 'la misma persona'. Tal situación se da, como es
evidente, en los textos narrativos literarios. Lo que ocurre en las novelas y
en los cuentos es que la historia que se cuenta ha sido inventada (o, por lo
menos, así se presenta); dado que esto es así, no es posible que el emisor (el
autor real) haya podido ser testigo de la misma. Por lo tanto, se entiende que
quien narra no es él, sino un narrador indeterminado también inventado por ese
autor. Partiendo de esta consideración, que nos lleva a utilizar siempre esa
denominación de narrador, hay que analizar otro factor que también depende del
narrador: la perspectiva o punto de vista que adopta para contar la historia.
La reproducción de la voz de los
personajes
Aparte de narrar los sucesos que
constituyen la historia, en una narración puede ser necesario el reproducir las
palabras o pensamientos de aquellos seres (normalmente, personas) que los
protagonizan. El narrador, a tal efecto, dispone de dos maneras o estilos de reproducir
la voz de los personajes de la historia: el estilo directo y el estilo
indirecto.
el estilo directo es el que se
manifiesta cuando la voz de los personajes se reproduce de forma literal, esto
es, cuando sus palabras o pensamientos se reproducen tal cual fueron dichas o
pensadas, sin cambiar, añadir o quitar nada (directamente). Lingüísticamente,
estos fragmentos aparecen dominados por la primera persona. Gráficamente, el
estilo directo aparece señalado por el uso de un guion que introduce la voz del
personaje o por la acotación entre comillas de esta.
el estilo indirecto, por su
parte, es el que utiliza el narrador cuando con sus propias palabras nos
reproducen la voz de los personajes, esto es, cuando, de una manera u otra, nos
resume sus palabras o pensamientos. El estilo indirecto implica siempre, por un
lado, la existencia de una selección de la información por parte del narrador
(sólo reproducirá lo que a él le parezca conveniente) y, por otro, la falta de
los matices emocionales y expresivos del personaje. Lingüísticamente, estos
fragmentos estarán dominados por la tercera persona, en tanto que no son otra
cosa sino narraciones de lo que piensan o dicen los personajes. El estilo
indirecto admite gradaciones en cuanto al grado de fidelidad respecto de la voz
del personaje; en este sentido, se suele distinguir entre el estilo indirecto
propiamente dicho y el llamado estilo indirecto libre, que es una forma
intermedia entre el directo y el indirecto. En esta variante, por un lado, es
el narrador quien lleva con sus propias palabras la reproducción de la voz del
personaje, pero, por otro, lo hace introduciendo por el medio expresiones
(exclamaciones, interrogaciones, léxico particular...) que se supone reproducen
directamente lo dicho o pensado por el personaje; obviamente, el estilo
indirecto libre resulta más fiel al personaje que el estilo indirecto a secas.
La manipulación del tiempo de la historia
El narrador, entre sus funciones,
tiene también la de decidir en qué orden y con qué ritmo va a narrar la
historia.
El orden de la historia
Lo primero que se puede constatar
es que el discurso narrativo está repleto de anacronías, esto es, discordancias
entre el orden de sucesión en la historia y orden de sucesión en el relato.
Toda narración ofrece una anacronía de orden general, puesto que la linealidad
del lenguaje obliga a un orden sucesivo para hechos que quizá son simultáneos.
Pero toda narración ofrece, a su vez, multitud de anacronías particulares o de
detalle.
El mecanismo que con más frecuencia
se usa es el de la retrospección o analepsis; es a lo que en el cine se
denomina flash back, esto es, una ‘mirada hacia atrás’. Se empieza a contar una
historia y, en un determinado momento, se detiene la narración para contar
cosas que ocurrieron en el pasado. Un mecanismo menos utilizado sería el
contrario, la prospección o prolepsis, esto es, el adelantar acontecimientos
del futuro.
El ritmo de la historia
En el momento de contar una
historia, el narrador tiene también la posibilidad de hacerlo deteniéndose más
o menos en los acontecimientos. La sensación de mayor minuciosidad viene
producida por el uso de dos tipos de textos: la descripción (pues el tiempo
está detenido) y la digresión autorial (los comentarios del narrador). Por su
parte, la sensación de rapidez proviene del uso del resumen (contar en pocas
líneas lo que sucede en mucho tiempo) y la elipsis (eliminar fragmentos de la
historia). Como forma intermedia, estaría el diálogo, al reproducir las
palabras de los personajes, con lo que el tiempo narrativo se ajusta al tiempo
real: su lectura dura lo que en teoría duraría ese diálogo en la realidad.
Subgéneros narrativos
Algunos de los subgéneros de la
narrativa, ordenados de más breves a más extensos:
Cuento breve y Relato breve
Cuento largo y Relato
Nouvelle (o novela corta)
Novela
Muchos autores, por ejemplo, no
consideran a la nouvelle como un género sino como un caso especial de novela.
Es importante aclarar que la
longitud no es lo único que determina las características de los subgéneros de
la narrativa.
El microrrelato, por su
característica de síntesis extrema, en muchos casos bordea el límite con la
Prosa poética.
Personajes planos y redondos
Personajes redondos: son aquellos
que no encarnan una cualidad o un defecto. Se definen por su profundidad
psicológica y porque muestran en el transcurso de la narración las múltiples
caras de su ser. El lector no los conoce de antemano, por lo que no sabe cómo
actuarán. Evolucionan, cambian; pudiendo sorprender al lector con su
comportamiento. Tienen como las personas cualidades y defectos.
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