Pedro Henríquez Ureña
(Santo Domingo, 1884 - Buenos Aires,
1946) Escritor y humanista dominicano. Hijo de la poetisa Salomé Ureña de
Henríquez, ha sido una de las figuras más sólidas y estimables de la cultura
dominicana. Su vida literaria empezó a los catorce años, con la publicación de
una colección de poemas titulada Aquí abajo. En 1901 se trasladó a Nueva
York a cursar estudios universitarios. De aquella ciudad pasó a La Habana,
Cuba, donde en 1905 publicó su primer libro, Ensayos críticos, para
pasar luego a México, donde permanecerá entre 1906 y 1913.
En 1914 volvió a la capital cubana,
donde publicó un estudio acerca de Hernán Pérez de Ayala. Entre 1915 y 1916
residió en las ciudades de Washington y Nueva York, donde en 1918 publicó Las
nuevas estrellas de Heredia. Durante este último año ingresó en la
Universidad de Minnesota, en la que se mantuvo como docente hasta 1921. Durante
estos años viajó a España en dos oportunidades y estableció contacto con Ramón
Menéndez Pidal, quien escribió el prólogo a Versificación irregular de la
poesía castellana, su tesis doctoral presentada en Minnesota.
De Estados Unidos salió hacia México,
donde participó activamente de las políticas adelantadas desde la Secretaría de
Educación por José de Vasconcelos. Allí ejerció la docencia universitaria y fue
director general de Enseñanza Pública en Puebla. En 1924 se trasladó a Argentina,
país en el cual residiría hasta su muerte, con una pausa entre 1931 y 1933,
cuando atendió el llamado del presidente Trujillo para que se hiciera cargo de
la dirección de Educación, labor en la que decidió no permanecer. Durante este
período ocupó una cátedra en la Universidad. En Argentina fue catedrático en
las universidades de Buenos Aires y de La Plata. Murió en 1946 mientras se
dirigía en tren hacia esta última ciudad a atender sus compromisos académicos.
Pedro Henríquez Ureña
(Santo Domingo, 1884 - Buenos
Aires, 1946) Escritor y humanista dominicano. Hijo de la poetisa Salomé Ureña
de Henríquez, ha sido una de las figuras más sólidas y estimables de la cultura
dominicana. Su vida literaria empezó a los catorce años, con la publicación de
una colección de poemas titulada Aquí abajo. En 1901 se trasladó a Nueva York a
cursar estudios universitarios. De aquella ciudad pasó a La Habana, Cuba, donde
en 1905 publicó su primer libro, Ensayos críticos, para pasar luego a México,
donde permanecerá entre 1906 y 1913.
Pedro Henríquez Ureña
En 1914 volvió a la capital
cubana, donde publicó un estudio acerca de Hernán Pérez de Ayala. Entre 1915 y
1916 residió en las ciudades de Washington y Nueva York, donde en 1918 publicó
Las nuevas estrellas de Heredia. Durante este último año ingresó en la
Universidad de Minnesota, en la que se mantuvo como docente hasta 1921. Durante
estos años viajó a España en dos oportunidades y estableció contacto con Ramón
Menéndez Pidal, quien escribió el prólogo a Versificación irregular de la
poesía castellana, su tesis doctoral presentada en Minnesota.
De Estados Unidos salió hacia
México, donde participó activamente de las políticas adelantadas desde la
Secretaría de Educación por José de Vasconcelos. Allí ejerció la docencia
universitaria y fue director general de Enseñanza Pública en Puebla. En 1924 se
trasladó a Argentina, país en el cual residiría hasta su muerte, con una pausa
entre 1931 y 1933, cuando atendió el llamado del presidente Trujillo para que se
hiciera cargo de la dirección de Educación, labor en la que decidió no
permanecer. Durante este período ocupó una cátedra en la Universidad. En
Argentina fue catedrático en las universidades de Buenos Aires y de La Plata.
Murió en 1946 mientras se dirigía en tren hacia esta última ciudad a atender
sus compromisos académicos.
Erudito de tipo moderno,
preocupado por la corrección y la pureza del lenguaje, y enamorado de los
clásicos griegos, latinos y castellanos, apenas escribió obras de imaginación,
como el cuento La Sombra, el poema dramático El nacimiento de Dionisos y
algunas poesías más, dentro del tono y ambiente del modernismo. Su limpieza
literaria corrió parejas con su limpieza espiritual: por caminos opuestos a los
de su hermano Max, se alejó pronto cuanto pudo del dictador Trujillo.
Fue filólogo y un ensayista de
verdadera altura, apasionado por la sencillez del lenguaje, que procuró limpiar
de barroquismos hasta llegar en ocasiones a la sequedad. A este respecto, son
fundamentales sus estudios titulados Corrientes literarias en la América
hispana; Seis ensayos en busca de nuestra expresión; Ensayos críticos (1905);
Horas de estudio (1910); Mi España (1912); La versificación irregular en la
poesía castellana (1920); La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo
(1936); El español en Santo Domingo (1940); Plenitud de España (1940), y su
obra póstuma: Historia de la cultura en la América Hispánica (1947).
Son de verdadera importancia sus
ensayos sobre Juan Ruiz de Alarcón y sobre Hernán Pérez de Oliva, así como su
recopilación de Romances de América (1913), en la que recoge los romances
españoles que todavía se recitan o cantan en la República Dominicana. Nuestro
autor es una figura ilustre de las Letras de la América española.
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